Todo se reduce a calor y humedad. No siente nada más. Cierra los ojos y hunde el rostro en un cuello ajeno, desde atrás.
Ella está tumbada en la cama, bocabajo, con el rostro hundido en la almohada, y las rodillas flexionadas. Le ofrece una espalda menuda por la que Sirius pasea las manos en un rudo masaje, mientras la mete una y otra vez en esa
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